Las bebidas falsificadas pueden ser mortales
Recientemente, en 2012, 40 personas perdieron sus vidas en la República Checa tras consumir vodka y ron falsificados. Las bebidas se habían adulterado con metanol. Se cree que al menos una persona ha fallecido en Reino Unido por la misma causa.
En 1998 los funcionarios de aduanas de la UE confiscaron un millón de artículos de alcohol falsificado. En 2008, la cifra se había elevado hasta los 250 millones. Un informe publicado por la Universidad de Portsmouth en 2014 calcula que el fraude culinario supone para los fabricantes de alimentos y bebidas de Reino Unido un coste de 11.200 millones de libras al año.
Los falsificadores están sumamente organizados
Estas operaciones no son obra de aficionados. Estos sofisticados delincuentes son capaces de reproducir de forma exacta el etiquetado de las botellas de modo que, para un consumidor inexperto, es complicado diferenciar la falsificación del artículo original. Y los productos falsificados pueden tener un efecto en los fabricantes mucho más directo de lo que piensa. En algunos casos se puede responsabilizar a la marca por los perjuicios causados por las falsificaciones, lo que puede implicar honorarios judiciales e indemnizaciones, además del daño provocado a la reputación de la marca.
Los gobiernos contraatacan centrándose en el sistema nervioso central del sector de las bebidas
En los últimos años, la legislación gubernamental se ha vuelto cada vez más estricta. Se presiona a todas las partes implicadas en la cadena de suministro para que incorporen sistemas que realicen un seguimiento y trazabilidad de los productos cada vez más detallados.
Combatir a los falsificadores depende de una codificación y marcaje eficientes de su producto y envases en cada etapa de la cadena de suministro. Los productores, distribuidores, mayoristas, exportadores e importadores deben ser capaces de identificar a los proveedores y clientes, lo que implica una codificación flexible que todas las partes puedan leer.
Trazabilidad integral, bajo demanda.
La tecnología de codificación facilita que los fabricantes se mantengan al día
En la actualidad es posible elegir entre diversas tecnologías de codificación de nivel empresarial, preparadas para afrontar cualquier desafío concebible de la cadena de suministro. Los códigos de seguimiento se pueden aplicar a una enorme gama de materiales como el cristal, plásticos, films y láminas. Las impresoras pueden alternar entre distintos conjuntos de envases de forma instantánea. Y todo ello sin retrasar los tiempos de producción.
Se trata de un aspecto crucial, en especial en lo que se refiere a los envases para puntos de venta.
A menudo los envases para puntos de venta se utilizan como un diferenciador de marca, lo que ayuda a que un producto destaque en las estanterías. Pero no debemos pasar por alto su función para afrontar la falsificación. Al fin y al cabo, es poco probable que los falsificadores reproduzcan el embalaje secundario de una botella y su etiquetado. Por lo tanto, el embalaje secundario resulta no solo un elemento de diferenciación para el fabricante, sino un medio para garantizar al cliente la autenticidad del contenido.
Evidentemente, la codificación eficiente de los envases primarios y embalajes secundarios y terciarios resulta inútil sin un sistema que permita leerla. En este caso la tecnología también ha avanzado considerablemente, con sistemas de TI modulares que facilitan la tarea de realizar el seguimiento de los lotes en toda la cadena de suministro.
Cuando sabe que cumple la normativa, puede concentrarse en la calidad
El desarrollo constante de legislaciones específicas para afrontar el problema de las bebidas falsificadas es vital. Pero también tiene el potencial de dificultar considerablemente la producción y supone una gran presión para los fabricantes que basan su negocio en márgenes reducidos y volúmenes grandes. Afortunadamente, los avances en la tecnología de impresión facilitan que los fabricantes de bebidas puedan trabajar en cumplimento con todas las normativas, sin retrasar la línea de producción.